Preparando a las Nuevas Generaciones

Joel 1:1-3 Esta es la palabra del Señor que vino a Joel, hijo de Petuel. ¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en su tiempo o en el de sus antepasados? Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y estos a la siguiente generación.
El día de hoy quiero hablarles de una de las responsabilidades más importantes de nuestras vidas, y ésa es la de preparar a nuestras próximas generaciones.
Es un anhelo para nosotros como padres que nuestros hijos vivan buenas vidas, apartados del mal; los quieres ver felices, ninguno de nosotros que tiene un pequeño en casa desea en el futuro ir a visitarlo a la cárcel, o que pase por cualquier otra mala situación, nadie. Nosotros como padres tenemos buenos deseos y anhelos para nuestros hijos, todos deseamos que sean exitosos, que tengan un matrimonio como Dios lo establece.
¿Qué tenemos que hacer hoy nosotros para preparar a esta generación en los caminos de Dios?
Sí, nosotros somos los responsables.
Hay una frase muy buena en la película Gladiador, que por cierto a mi hijo le gusta mucho, y es cuando el emperador esta frente a su hijo y le comienza a aclarar que él no será el próximo emperador, que entregará el gobierno al senado, entonces el hijo le comienza a reclamar y le dice a su padre que nunca lo amó, y el emperador le dice: Tus fallas de hijo son mi fracaso de Padre. Uuuuuh! Se me enchina el cuero, ¡qué fuerte!
He titulado esta predica con el nombre: Preparando a las Nuevas Generaciones.
Regreso a la pregunta: ¿Qué tenemos que hacer hoy nosotros para preparar a esta generación en los caminos de Dios? Y la respuesta es: Preséntales, enséñales, dales a conocer el modelo de Dios.
Y ¿Cuál es ese modelo?
Por aquí tengo un juguetito de Mario Bros, este juguetito está formado por varias piezas, y para poder armar este modelo tienes que seguir una serie de instrucciones paso a paso para que te quede justamente así. Cuando mi hijo comenzó a armar este tipo de juguetes no sabía leer, y nunca me dijo ¿Papá, me ayudas? Él por su propia cuenta comenzó a ver los colores, las formas, hasta que logró terminarlo.
Que quiero decir con esto papas, que nuestros hijos no van a hacer lo que escuchan de nuestros labios, ellos van a hacer lo que nos ven hacer, es decir nosotros somos su modelo de vida.
Nuestros hijos día con día te observan, te estudian mucho mas de lo que te imaginas, tanto así que comienzan a decir lo mismo que tú, a hacer lo mismo que tú, hasta caminan igual que tú. Un día, no recuerdo qué estábamos haciendo, pero íbamos caminando en algún lugar, y mis hijos iban delante de nosotros y me les quedé viendo, y le digo a mi esposa: «¿Ya viste cómo camina Estrellita?» ¿Y qué creen que me dijo? «¡Pues camina igual que tú!» Jajajajajajaja. Cada día les enseñamos un modelo de vida.
Ahora la pregunta es: ¿Eres un buen modelo?
Hoy les voy a hablar de 4 cosas que nos ayudaran a preparar a nuestras nuevas generaciones.
1. Las prioridades de la vida según el modelo de Dios
Debemos tener en casa las prioridades de Dios, no las nuestras, porque muchas veces tú y yo estamos llamando a otras cosas nuestras prioridades, y estas cosas no son las prioridades de Dios para nuestras vidas, y por lo tanto tampoco lo serán para nuestros hijos.
Por ejemplo, y vamos directo a la yugular: ¿Cuántos conocen la famosa frase: «Mi prioridad son mis hijos»?
Esta frase está mal empleada, partiendo de que nuestras palabras tienen poder, y el mundo nos ha enseñado a sacar a Dios de nuestras prioridades, provocando un desorden y división en las familias.
Cuando no seguimos el orden de Dios tenemos hijos desordenados.
Si hacemos una encuesta rápida de cuantas mamás han usado esta frase en comparación con los hombres, la diferencia es muchísima. Y no estoy juzgando, pero es una realidad en nuestro país que esta frase es más dicha por las mamás que por los papás, mientras que para la mayoría de las mamás un hogar feliz es: que los hijos estén bien, porque esa es su prioridad. Para un papá no. La queja de todo hombre, si le preguntan cómo esta su hogar, hablando en este sentido, su respuesta suele ser: «Mal, siento que mi esposa siempre pone primero a mis hijos, y a mí me pone a un lado.» ¡Uuuuuuyyyyyyyyy, qué fuerte!
El orden de Dios es que antes de que hubiera matrimonio, era Dios y el hombre; y antes de que hubiera hijos, estaban Adán y Eva.
Hay hogares donde nuestros hijos se vuelven nuestros dioses, porque nos inclinamos hacia un modelo que no agrada a Dios.
Cuando nuestra prioridad está bien y Dios es primero, les estamos enseñando a nuestros hijos el modelo divino de vida, lo cual trae bendición.
Cuando Dios es primero, después son esposo y esposa, y después los hijos. Entonces llegan las bendiciones.
Vamos a Génesis
Genesis 1:26-28 luego dijo Dios: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Que tenga dominio sobre los peces del mar y sobre las aves del cielo; sobre los animales domésticos, sobre los animales salvajes[b] y sobre todos los animales que se arrastran por el suelo».
27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó.
28 Y Dios los bendijo con estas palabras: «¡Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los animales que se arrastran por el suelo!».
Lo que te hace un gran padre, es tu relación con Dios, y tu relación con tu esposa o esposo.
Cuando nosotros les enseñamos a nuestros hijos un modelo firme donde pueden caminar con seguridad en un mundo inestable, les estamos enseñando a vencer el sistema de este mundo, ésa es nuestra responsabilidad como padres, dar a conocer a nuestros hijos el orden perfecto de Dios, y cuando esto pasa, Dios te sana, Dios te guarda, Dios te llena de amor, paz, paciencia, amabilidad, dominio propio. Y cuando tus hijos ven el fruto del Espíritu Santo obrando en sus padres, ellos dicen: «¡Buen modelo! ¡Eso es lo que quiero para mi vida!»
Gálatas 5:22-23 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
Me voy a confesarse ante ustedes. ¿Saben? Yo no soy un buen esposo y mucho menos un buen padre. Hace unas semanas platicaba con mi esposa acerca de esta prédica, y me dijo: «¡Qué difícil!» Y le dije: «Sí, Dios me está hablando a cambiar ciertas cosas.» Y no le dije cuáles eran, pero Dios me decía: «Siempre que llegas a casa, llegas molesto, fastidiado y cansado. Solo piensas en tener tus 5 minutos donde nadie te hable y te moleste.» Y me dijo: «¡Cámbialo!» Y comencé a cambiar. Cada vez que llegaba a casa, Dios me recordaba cómo actuar. Lo primero que hacía era besar a mi esposa y alzarla. Después, tomaba a mis hijos y los abrazaba, les daba unas vueltas y les preguntaba «¿Cómo les fue en la escuela?» Y ya me contaban. Todos los días oramos en la noche, y Dios comenzó a decirme: «No es suficiente». Y yo: «¿Qué hago?» Y él me dijo: «Observa a tu pastor.» Y entonces comenzamos a leer la biblia antes de orar, y les decía a mis hijos: «Dios nos va a revelar lo que hoy quiere decirnos», y comencé a ver cambios. Yo le llamo bendiciones. Primeramente con Dios, lo escuchaba más fácil, después con mi esposa, y por parte de mis hijos comenzó una relación de confianza y amor.
La prioridad es Dios.
Cuando les enseñamos a nuestros hijos que la prioridad es Dios, les estamos enseñando a las nuevas generaciones a depender completamente de Dios, porque un día no va a estar a papá, no va a estar mamá, y el único que siempre estará con ellos será su Dios, el Dios de su padre y de su madre.
Cuando estaba realizando esta prédica, Dios me dio una palabra para ti, iglesia.
Genesis 28:10-15 Jacob partió de Berseba y se encaminó hacia Jarán. Cuando llegó a cierto lugar, se detuvo para pasar la noche porque ya estaba anocheciendo. Tomó una piedra, la usó como almohada y se acostó a dormir en ese lugar. Allí soñó que había una escalinata apoyada en la tierra y cuyo extremo superior llegaba hasta el cielo. Por ella subían y bajaban los ángeles de Dios. En el sueño, el Señor estaba de pie junto a él y le decía: «Yo soy el Señor, el Dios de tu abuelo Abraham y de tu padre Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra sobre la que estás acostado. Tu descendencia será tan numerosa como el polvo de la tierra. Te extenderás de norte a sur y de oriente a occidente, y todas las familias de la tierra serán bendecidas por medio de ti y de tu descendencia. Yo estoy contigo. Te protegeré por dondequiera que vayas y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré hasta cumplir con todo lo que te he prometido.
Y éste es el sentir: Dios ha prometido cosas para tus hijos, Dios a prometido cosas para ti, Dios ha prometido cosas para tu familia, Dios ha prometido cosas para esta iglesia; y lo que siento es que Él está abriendo las compuertas del cielo para que esas promesas caigan. Los mismos ángeles bajan para entregártelas, solo recíbelas. Talvez no está tu hijo aquí, talvez aún no ha visto ese modelo en ti. Muéstraselo, porque un día, cuando tú ya no estés y él forme una familia, le dirá a sus hijos: «Jesús es mi Dios, fue el Dios de mis Padres y hoy se los presento a ustedes, mis hijos. Bendiciones me fueron dadas y hoy se las entrego a ustedes.«
Porque no hay bendición más grande que ser uno con el Dios de amor y verdad.
2. Unidad
Lucas 11:17 Como él conocía sus pensamientos, les dijo: «Todo reino dividido contra sí mismo quedará asolado, y una casa dividida contra sí misma se derrumbará
Toda casa en la cual haya división habrá destrucción para los hijos. Ejemplo: Nuestros hijos, cuando normalmente quieren algo, dependiendo del estado de ánimo de los padres, se dirigen a quien ellos consideran la mejor opción para pedir permiso. Por ejemplo, mi hija Estrellita es super inteligente, y maneja todo con astucia para conseguir lo que quiere. Normalmente va con mi esposa, pero cuando mi esposa le niega el permiso, se acerca a mí, cariñosamente, y comienza llamar mi atención; su voz es dulce y va llevando la conversación sutilmente a que yo le de el permiso, y cuando le digo: «Déjame hablar con tu mamá», y como mamá ya le dijo que no, saca la chida y dice: «¿Que tú no eres el papá? ¿Tú eres el que toma la decisión, sí o no?» Y yo: «Sí, pero esto es una situación que necesito hablar con tu mamá, y ya después te digo si sí puedes o no.» ¿Y por qué hago esto? Porque si yo le digo que sí, y mi esposa dice que no, ¿qué creen que va a pasar? División. Entonces nuestros hijos, esta generación, va a comenzar a tener un modelo equivocado, y van a tener una referencia equivocada, y por consiguiente van a formar generaciones con un modelo erróneo e inestable.
Y la peor cosa que podemos hacer como padres, es decir: «Yo te dejaría ir, pero ya sabes cómo es tu mamá.» Eso es división. Una casa dividida contra si misma caerá, y este conflicto se da por falta de unidad.
Siempre, siempre, pero siempre, muestra honra a tu cónyuge. Respeta su lugar y el orden que Dios le dio, y si eres madre o padre soltero, una vez que te unas a alguien más, enseña a tu pareja y a tus hijos su lugar en esta nueva familia. Toma el lugar que te corresponde. «Es que él no es su papá, él no tiene derecho de llamarle la atención», y comienzas a enseñarle al niño, o a permitir que tus familiares le enseñen a decir: «¡Tú no eres mi papá!» Y eso está mal. El orden de Dios en toda familia no cambia, tu prioridad es establecer el orden de Dios, el cual es: Dios, papá, mamá e hijos.
3. Los hijos necesitan 2 ingredientes: Amor y Disciplina
Hay hombres aquí a quienes sus papás no les demostraron amor, y en cambio les dieron disciplina hasta para llevar; y cuando se convierten en padres comienzan a decir: «Es que no soy un buen padre, trato mal a mi esposa, trato mal a mis hijos, porque eso fue lo que me enseñó mi papá. No sé amar.» Ésa no es una excusa, nuestro modelo a seguir es el modelo de Dios. Nuestro país es un país machista, y existen hombres que se jactan de decir: «Yo nunca cambié un pañal», «Yo nunca me preparé mi comida, para eso tengo a mi mujer para que lo haga.»
Pero la palabra dice en Juan 3:16
Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Romanos 3:22-25 Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que creen. De hecho, no hay distinción, pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. Dios lo ofreció como un sacrificio para obtener el perdón de pecados, el cual se recibe por la fe en su sangre. Así demostró su justicia, porque a causa de su paciencia, había pasado por alto los pecados pasados este es el amor de un Padre no de un machista que da a su único hijo para que todos los demás puedan ser salvos. El fue quien nos levanto cuando estábamos en el lodo, nos limpió, nos vistió y nos alimento.
Amor y Disciplina es algo que nuestros hijos necesitan.
Proverbios 13:24 No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo a tiempo.
Hay un pastor que en lo personal me ha ayudado mucho, su nombre es Sixto Porras. Él tiene un ministerio que se llama «Enfoque a la familia». Él habla mucho de cómo educar, guiar, amar y cómo disciplinar a nuestros hijos. Cuando corregimos y disciplinamos a nuestros hijos de una manera correcta, estamos enseñando a nuestros hijos a hacerlo bien. «¿Y cómo aprendo eso si yo no lo aprendí? ¡A mi solo me daban (disciplina) para llevar!»
Gálatas 5:22-23 En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas.
El espíritu de Dios, el cual habita en ti, te aconsejará y te guiará de la manera correcta. Nuevamente el orden de Dios. Dios es primero. Si pasas el suficiente tiempo con Él, Él te dirá cómo guiar a tus hijos con disciplina y amor.
4. Capacita / Instruye
Proverbios 22:6 Instruye al niño en el camino correcto y aun en su vejez no lo abandonará
Un error muy común en nosotros como padres, es creer que nuestros hijos no tienen la capacidad ni la madurez para escuchar a Dios o para recibir un conocimiento Divino, y estamos limitando las cualidades que Dios ha puesto en sus vidas. Hace unos días en el trabajo compartíamos con algunos de nuestros compañeros algunos temas parecidos a esto, y yo les decía que mis hijos saben todo esto; por ejemplo, un día hubo una liberación y se escuchaban los gritos, y mi hija nos preguntó qué era eso, y le dijimos: «Están liberando a alguien», y preguntó qué era una liberación, entonces le expliqué con la verdad, tratando obviamente de explicarle de una manera que ella lo entendiera. Y la pregunta aquí es: ¿Lo entendió? Yo creo que sí. Hace unos meses mi hija tuvo un sueño profético, donde nuestra casa estaba rodeada de algunos animales, pero ella nos decía que esos animales tenían algo malo y querían hacerle daño a ella y a su hermanito, pero después llegábamos mi esposa y yo, y yo comenzaba a correrlos. En ese tiempo no la estábamos pasando muy bien, pero en cuanto me dijo el sueño, la revelación llegó a mí. Dios usó a mi hija de 10 años para responder al ataque por el cual estábamos pasando. Después de eso le comencé a explicar cada una de las cosas que vivió en ese sueño y cómo tenían relación con lo que estábamos viviendo, y ella solo decía: «Con razón esto» y «Por eso pasó esto.»
Nuestros hijos tienen la capacidad para ser instruidos en el Reino de Dios, y cuando sean grandes serán hombres de fe, la cual no abandonarán, porque fueron bien instruidos en la palabra.
En lo particular he aprendido mucho del pastor Andrés, él todas las noches antes de ir a dormir lee la palabra con sus hijos, y comienza a revelarles lo que ahí dice, y ésa es una práctica que yo he adoptado para que mis hijos tengan herramientas para defenderse cuando el diablo venga y los ataque, porque ¿Qué crees? Nuestros hijos también son probados y atacados, y nuestra responsabilidad como padres es enseñarles el orden de Dios, la unidad, el amor, la disciplina y capacitarlos para defenderse en este mundo caído.
Joel 1:1-3 Esta es la palabra del Señor que vino a Joel, hijo de Petuel. ¡Oigan esto, ancianos del pueblo! ¡Presten atención, habitantes todos del país! ¿Alguna vez sucedió cosa semejante en su tiempo o en el de sus antepasados? Cuéntenselo a sus hijos, y que ellos se lo cuenten a los suyos, y estos a la siguiente generación.
Antonio Acosta
Predicación del 29 de diciembre de 2024
en «La Promesa del Padre»
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