Intimidad con Propósito

Publicado por La Promesa del Padre en

Introducción:

El Señor me dio 2 versículos para nuestra iglesia este día. Muy probablemente los has leído:

Cuando ores, entra en tu cuarto y ora a tu Padre que está en lo secreto / Una lámpara no se enciende para cubrirla con un cajón.

Uno de estos versículos nos enfoca en lo secreto y, en contraste, el otro nos enfoca en lo público. Veamos con detenimiento cada versículo en su contexto.

1) Buscando a Dios en lo secreto

Mateo 6:5-8 «Cuando oren, no sean como los hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. 6 Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará.

7 Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. 8 No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.

Meditemos en algunos puntos clave de lo que Jesús nos dice en este pasaje.

a) Jesús estaba hablando contra los hipócritas.
* hipócrita: persona que finge cualidades o sentimientos, contrarios a los que verdaderamente tiene.

b) El propósito de los hipócritas no es tener intimidad con Dios, sino que la gente los vea.
Ésa será toda su recompensa: la gloria de los hombres. No más.

c) Jesús dice que Dios está en lo secreto. Obviamente no se refiere a lo secreto en lo literal, es decir, no es que Dios esté literalmente en las habitaciones cerradas y vacíasSe refiere a la intimidad… Encuentras a Dios cuando lo buscas en intimidad, no con propósitos hipócritas.

d) Hay recompensas por buscar a Dios en intimidad. Hay beneficios, recibes algo, encuentras cosas, hay una paga. No lo hacemos por las recompensas, pero las hay. Y no están mal, porque vienen de Dios, es su decisión recompensarnos. Son tesoros de los Cielos disponibles para los que buscan a Dios en intimidad, y aunque son de los Cielos, trascienden a nuestro entorno terrenal y material.

e) La forma en la que oramos es importante. No me culpes a mí y mi obsesión con las palabras, Jesús lo mencionó y lo puso sobre la mesa como algo a lo que debemos prestar atención. Primero se enfocó en las intenciones de los hipócritas, y luego se enfocó en cómo hablamos al orar.

¿Alguna vez te has preguntado por qué algunas personas cuando hablan con Dios lo hacen diferente que cuando hablan con otras personas? Quizá, de alguna forma trajimos esa “idea de los gentiles” y pensamos que seremos oídos “por nuestras muchas palabras”… y yo agregaría “por nuestras palabras especiales” o por nuestras “frases o fórmulas especiales”.

Mi hijo traía una broma que primero nos parecía muy rara, pero luego la tomamos como broma familiar. La broma consistía en que siempre que estaba platicando con nosotros, cuando terminaba una frase hacia un sonido como “brudubrudubrudu” … Decía cualquier cosa y “brudubrudubrudu”… Algo más y “brudubrudubrudu”. Así que luego mi esposa y yo comenzamos a hacerlo de repente para bromear también… Decíamos algo, o hasta estábamos regañándolos, y para romper un poco la tensión agregábamos al final “brudubrudubrudu” …. Hasta donde llegó la broma que un día le dije a mi esposa “Se me va a pegar tanto hacerle así que un día que esté predicando voy a decir una frase y luego “brudubrudubrudu”” … Y nos reímos como locos y, bueno, aquí estoy haciéndole “brudubrudubrudu” 😀

Pero aunque esto suena tan fuera de tema, la verdad es que por alguna razón hacemos ese tipo de cosas raras cuando oramos… Metemos palabras y frases diferentes cuando oramos, que cuando hablamos. Yo admiro muchas cosas de Andrés, pero una de ellas es que es de los pocos pastores que conozco, que hablan igual cuando están platicando con una persona, que cuando están orando. ¡Y claramente sus oraciones tienen poder! Muchos pastores, predicadores, o simplemente muchos cristianos, cuando oran cambian totalmente su entonación (más dramática), sus palabras (se pasan inmediatamente a versión Reina Valera) o su forma de armar sus frases es “rara”. Mi punto, o más bien, el punto de Jesús en el pasaje que leímos, es que el peso de nuestra oración debe estar en la intimidad de esa oración, más que en el uso de muchas palabras o palabras raras.

Un ejemplo notorio de lo anterior, es el famoso “en el nombre de Jesús, amén”. Esa muletilla surgió de la mala interpretación de cuando Jesús dijo “Todo lo que pidan al padre en mi nombre yo lo haré” (Juan 14:13)… Pero no se refería a que “todo lo que pidan al Padre diciendo “en el nombre de Jesús” yo lo haré”…. ¡No! Se refiere a que todo lo que pidamos, entendiendo que tenemos esa relación íntima con Dios, de hijo a Padre, nos será concedido… De nuevo, la clave es la intimidad, no la “frase especial”. Revisa con calma todas las oraciones que se hacen en Hechos y en las cartas de Pablo y de Juan y de Pedro, y ninguna de esas oraciones registradas terminan en “en el nombre de Jesús, amén” 😀 Porque el mensaje para los discípulos de Jesús y para los primeros cristianos fue claro, no es que Jesús les había dicho que no usaran las fórmulas mágicas de orar que tenían los fariseos y los gentiles, pero les dio una nueva fórmula mágica, ¡no! Los animó a soltar la religiosidad, las costumbres huecas, y vivir en intimidad con Dios.

No digo esto para criticarnos a nosotros mismos ni para avergonzarnos, porque todos tenemos muletillas cuando oramos o predicamos, lo digo para enfocarnos cada vez mejor en esta intimidad que anhelamos con Dios, para que Dios pueda verter vino nuevo en nuestra iglesia, los recipientes viejos deben cambiarse, y parte de esos recipientes viejos son esas formas malinterpretadas de hacer las cosas. Tengo un fuego en mi corazón para las nuevas generaciones, para que ellos puedan conocer más íntimamente a Dios, sin tantas malas interpretaciones y confusiones. Nosotros ya tenemos muchos años haciendo las cosas de una forma, no es fácil cambiar esas costumbres, esas inercias, y no pasa nada, si tú tienes claro tu concepto de intimidad con Dios, el “hablar raro” cuando oras no va a ser un obstáculo, puedes ser un Cristiano totalmente genuino y seguir practicando esas costumbres, no es un problema o algo que necesariamente tengas que cambiar (aunque quizá te ayude a no distraerte). Mi enfoque principal está más en las nuevas generaciones, no quisiera que carguen en sus espaldas cosas innecesarias que puedan distraerlos a ellos, y a los que ganen, de todas las cosas que Dios tiene para ellos.

El punto es que nuestro entendimiento de intimidad con Dios se refleja en cómo hacemos todo, y en este caso, es Jesús quien pone el dedo en que nuestra intimidad se refleja (o contrasta) con la forma práctica en la que hablamos con Dios.

El otro día estábamos en la alabanza, y cuando estamos en la alabanza trato de aprovechar esas primeras dos canciones, antes de que los niños se vayan a su clase, para enseñarle a mis hijos cómo alabar a Dios, animarlos a que lo hagan bien (aunque su cuerpo no quiera o aunque se sientan cansados, etc). A veces tengo que apartar mi atención de alabar a Dios, para guiarlos a ellos a alabar… ya después me desquito en las otras 2 o 3 canciones cuando los niños ya se fueron a sus clases. Y está bien, eso es parte de discipular, es un costo que hay que pagar, y vale mucho la pena. El punto es que estábamos cantando a voz en cuello una canción que repetía constantemente “Aleluya! Aleluya!”… Y de repente, me surgió la duda y le pregunté a mi hijo (6 años) si sabía lo que significaba Aleluya… y me dijo que no. Eso me preocupó, porque yo estaba animándolo a que cantara y repitiera algo que él no entendía. Así que le expliqué que, literalmente, “Aleluya” significa “Gloria al Señor”. Me dijo: “OK”. Luego le pregunté: ¿Entiendes qué significa darle la gloria al Señor? Me dijo que tampoco. Así que le expliqué que, literalmente, la palabra “gloria” se refiere al “peso” de algo, y que era una forma de referirse a la importancia o valor… Al peso que tiene algo, es decir, la importancia que tiene algo… Así que, en resumen, cuando decimos “¡Aleluya!” estamos diciendo algo como “Te entrego todo mi interés a ti” o “Tú eres lo más importante para mí”. Habiéndole explicado eso, por fin mi hijo pudo entender lo que estaba cantando, y eso ayuda a que mi hijo pueda desarrollar una intimidad con Dios, un conocimiento de quién es Dios para mí, que soy su papás, y eso tiene un impacto en el concepto que Dios tiene para él como mi hijo. La pura palabra “aleluya” sin un entendimiento, no ayudaba a la intimidad, sino solo a la religiosidad. De nuevo, las palabras que usamos, la forma en la que hablamos con Dios, son importantes, tal como Jesús lo señaló en el pasaje que estamos analizando.

OK, ya hablamos suficiente sobre la parte de “Buscar a Dios en lo secreto”. Ahora vamos el pasaje que nos dice que una lámpara no se esconde. Es decir, esto no se queda en lo privado.

2) Llevados a lo público

Mateo 5:14-16 «Ustedes son la luz del mundo. Una ciudad en lo alto de una colina no puede esconderse. 15 Ni se enciende una lámpara para cubrirla con un cajón. Por el contrario, se pone en la repisa para que alumbre a todos los que están en la casa. 16 Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.

a) Siempre me ha impactado que Jesús nos haya confiado la tarea de ser la luz del mundo. Pasamos de “Yo soy la luz del mundo” (Jn 8:12) a “ustedes son la luz del mundo” (Mt 5:14)

En Juan 8:12 y 12:4 Jesús dijo que Él es la luz del mundo, pero luego hace esa misma afirmación sobre nosotros, y no es una contradicción ni un cambio de plan, sino solo la continuación del mismo plan y la confirmación de quién es la iglesia: El cuerpo de Cristo. Estamos en Él. Somos parte de su plan. ÉL es la Cabeza de la iglesia, y nosotros somos el cuerpo de Jesús. ¡Esto es algo poderoso! Ése es el nivel de intimidad que Dios tiene con nosotros.

b) No se enciende una lámpara para esconderla…. ¿Pues no que me metiera a mi cuarto y cerrara la puerta?… Inicialmente este concepto de que una lámpara no se esconde, podría ser contradictorio a cuando Jesús dijo que Dios estaba en lo secreto. Pero nuevamente, no es una contradicción, sino la continuación. Por una parte, Jesús nos llama a buscar a Dios en lo secreto, buscar la intimidad con Dios y no la atención y gloria de los hombres; nos llama a tener bien definida nuestra motivación y nuestra comunicación, basadas en la intimidad (lo secreto). Pero esa intimidad, tal como Él mismo lo anticipó, tiene recompensas, y ésas recompensas no son solo para llenar nuestro “costal de recompensas de los Cielos”, ¡no! Todas esas recompensa abundantes, tienen un propósito y utilidad, no solamente para nosotros, ¡nos exceden! Los planes de Dios y los alcances de su amor siempre son para muchos. La Biblia nos enseña que el Señor quiere que lo conozca la mayor cantidad posible de personas, así que ese aceite que en la intimidad derrama en el depósito de nuestra lámpara, tiene un propósito.

c) La lámpara se pone en la repisa. Siguiendo con la metáfora de la lámpara que usa Jesús en este pasaje, nunca he visto a una lámpara que se suba solita a una repisa, sino su dueño la pone donde necesita alumbrar. No como los hipócritas, a quienes les gusta subirse solos a lugares altos y notorios para que la gente los vea. Aquí es el dueño de la lámpara quien la coloca en la repisa.

d) Hagan brillar su luz.
No eres tú quien se sube a la repisa, pero sí eres tú el responsable de hacer brillar tu luz. Sería un desperdicio cuando eres puesto en la repisa, no brilles. Tenemos que estar listos, dispuestos y preparados para hacer brillar la luz que Dios ha puesto en nosotros, a través de esa relación de intimidad, y alumbrar donde Él nos coloca.

e) El propósito de que la lámpara sea puesta en la repisa y brille, no es para que la gente esté viendo a la lámpara todo el tiempo. ¡Ver fijamente a una lámpara es super incómodo y dañino! La lámpara es puesta en la repisa, y brilla, para que la gente pueda ver bien su camino, para que no tropiece, para que pueda hacer bien sus cosas. Por eso el versículo 16 dice: “Hagan brillar su luz delante de todos, para que ellos puedan ver las buenas obras de ustedes y alaben al Padre que está en el cielo.”

Conclusión

Ése es el propósito, que la luz que el Señor pone en nosotros al buscarlo en lo secreto, en lo íntimo, nos permita brillar en la repisa en la que Él nos coloque, para que la gente finalmente pueda voltear a Dios y conocerlo ellos también en intimidad, y finalmente alabarlo a Él.

La intimidad, el buscar conocer a Dios en lo secreto, es importante y tiene un propósito. El buscar a Dios cada día, constantemente, es el lugar espiritual a donde llenamos nuestra vida, en donde esa lámpara se llena de aceite, para que alumbre cuando sea puesta en la repisa.

Paco Jiménez
Predicación del 29 de septiembre de 2024
Comunidad Cristiana “La Promesa del Padre”


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