Hechos 3

Hechos 3:1-10
¡Hay muchos detalles en esta narración! Recordemos por un momento cómo fue
escrito este libro. ¿Recuerdas lo que vimos en Hechos 1, cuando Lucas explica que este
libro es la continuación de su “investigación hecha con esmero” y “presentada
ordenadamente” (Lucas 1:3)?
Hechos 3:1 Ir a una reunión de oración, a las 3 de la tarde en un país de ambiente
principalmente árido…
Hechos 3:2 – Nombra específicamente qué puerta. (Veremos al final de esta sección, el porqué
de tantos detalles)
– Lisiado de nacimiento, no era cualquier enfermedad.
– Todos los días lo dejaban allí
– Ya era un hombre adulto, así que ya llevaba al menos unas dos décadas así
– Le pedía ayuda a todos los que entraban al Templo. ¿Cuánta gente habrá
todos los días todos estos años hasta toparse con estos dos?
Hechos 3:4 “Pedro, con Juan…” ¡Cuántas cosas vivieron estos dos juntos! Vivieron cosas
ellos dos que no vivieron con los otros 10, de los 12… La transfiguración, la
resurrección de la hija de Jairo, la oración en el Getsemaní, corrieron juntos a la tumba
de Jesús cuando resucitó… ¡Vaya momentos que compartieron! ¡Vaya amistad que
desarrollaron!… Eran amigos de años, había intimidad e historia, conocían sus
mejores momentos pero también los peores, los trapos más sucios, había
complicidad, había transparencia, no podían fingir nada… Y ahora están
usando todo eso para establecer el Reino … Desarrollaron una especie de
“complicidad santa”… Ese entendimiento con solo miradas.
“… mirándolo fijamente le dijo: —¡Míranos! “ … Nota todos los detalles precisos
que está escribiendo, parece sugerir que quien o quienes le narraron estos
sucesos, enfatizaban estos detalles, y casi puedo asegurar que los actuaban…
¿Has visto a alguien narrando cosas emocionado?
Hechos 3:5 “El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo.” … Seguro dijo
«nombre», con todo este drama que está haciendo este tipo, con eso de que me miró fijamente, y yo lo miro fijamente, y me agarra de la mano (Hechos 3:7)… Seguro va a sacar un billetote.
Hechos 3:6 No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy.” … ¿Vivía
quebrado Pedro? ¿Dejó su cartera en la otra túnica?
Hechos 3:7 Y tomándolo por la mano derecha, lo levantó. Al instante los pies y los
tobillos del hombre cobraron fuerza.
Hechos 3: 9-10 Cuando todo el pueblo lo vio caminar y alabar a Dios, 10 lo reconocieron como
el mismo hombre que acostumbraba a pedir limosna sentado junto a la puerta del
Templo llamada Hermosa. Ésta es la razón por la que da tantos detalles: incita
a la verificación, no le teme a que los datos sean corroborados, es más, te da
datos que no pediste, para que cuando quieras verificar, ahí te deja pistas, para que no
lo confundas con otra persona, que se sentaba en otra puerta, que tenía otra
enfermedad, etc, etc… Busca que verifiques tú mismo que son hechos reales. ¡Por
eso son tan poderosos los testimonios ante la gente que te conoce! ¡Por eso
es que Dios permite que muchas veces pasemos por “vergüenzas” públicas, y no
siempre nos salva milagrosamente del escarnio público… porque eso hace que
haya muchos testigos, y muchas pruebas verificables de su verdad en nosotros… sean
milagros instantáneos o paciencia longeva.
Precisamente sobre esto, sobre el propósito de los milagros, el propósito de los testimonios
con muchos testigos y pruebas verificables, en los versículos 11-26 Pedro se dedica a
dirigir a la gente a Jesús a partir de ese milagro, se quita del centro de la atención de la
gente, y los dirige a Jesús. Y quiero enfatizar solamente el versículo 15 que describe con total
claridad quién es Jesús:
Hechos 3:15 Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso
nosotros somos testigos.
Jesús NO fue solo un profeta, no fue un filósofo, no fue un revolucionario, no fue
un idealista, no fue solo un gran creyente. ¡Es el autor de la Vida! ¡Es Dios!
Hechos 3: 3-6 “El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo. 6 —No tengo plata ni oro
—declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret,
¡levántate y anda! .
Pero no solo quiero que los leamos juntos, sino que los vivamos juntos, y quiero que nos
hagamos estas dos preguntas como congregación:
1.- ¿Tú estás esperando recibir algo? ¿Qué estás esperando recibir?… ¿Qué
necesitas recibir?… Aquel hombre les pidió unas monedas, pero recibió su
sanidad. ¿Qué estás pidiendo tú, y que te convendría más recibir?
2.- ¿Qué tienes para dar a tus hermanos? Quizá no tienes lo que están pidiendo,
pero Dios ha puesto en ti algo mejor.
Predicador Paco Jiménez
Predicación del 4 de mayo de 2025 en «La Promesa del Padre»